El día que...

...murió el romanticismo no empezó distinto a cualquiera de los últimos miércoles.

Madrid se bañaba en sol, viento y ruido. Y como casi siempre, las horas eran lo único que pasaba.

Empezó a morir con un mensaje de texto, breve y directo:

"Dime hora y lugar y te recojo."

Demasiado directo, pensé. Pero por lo visto no lo pensé lo bastante.

Decidí no contestar, porque cualquier contestación hubiese estado fuera de tono. Así que llamé.

K: Hola.

C: Hola, quien eres?

K: Yo, desde la oficina.

C: Este es tu número? Me lo apunto.

K: Nunca llames aquí. Que quieres?

C: Recogerte, llevarte a casa... tomar un café. Que me cuentes algo que me haga entender porque estás aquí.

K: Francamente, C. no creo que sea una buena idea.

C: Tienes algo mejor que hacer?

Esa fue la frase lapidaria. "No, no tengo nada mejor que hacer."

Y dicho y hecho, la cómplice se plantó a la hora prevista en el lugar indicado. Con unos vaqueros, una camisa roja y una sonrisa con la que vender hielo a los esquimales.

Un café... dos cafés... una cerveza... dos... tres...

C: Quiero enseñarte algo.

K: Yo no quiero ver nada.

C: Enseñar no significa "ver".

En ese momento, cuando las piernas ya no respondían, empecé a pensar que tres cervezas habían sido demasiado. En un intervalo temporal que no logro calcular, perdí la noción del espacio.

Y todo fue negro y rojo y lila. Yo tenía 16 años y nada había cambiado. Bueno si, esta vez no pudo enseñarme nada.

Creo que al romanticismo, finalmente lo maté yo a base de creer que realmente no importaba. De dejarlo dormido en un rincón de la habitación sin alimento. Murió de inanición y abandono. Murió sin importancia entre sabanas y mantas. Y murió porque me rendí a la evidencia, de que a pesar de todo, hay veces que no podemos hacer nada.

Aunque tal vez lo maté a sangre fría, porque en algún lugar de MI sentí que TU nunca lo reclamarías.

Breaking The Habit/ Linkin' Park

-- Y ahora, que? --