Me gusta el mar, habitualmente no pienso en ello, pero me gusta. Ayer alguien me hizo recordar lo grande que tiene y lo inmenso e inacabable que es para mi. Haciendo memoria, mi cuerpo rechaza las ciudades que están lejos del mar, tal vez es por la sensación de libertad o la de vacio. Saber que puede engullirte, quizás sólo sea miedo, pero lo cierto es que creo que mi sangre sabe cuando estoy lejos del mar.
Puede que sea morriña, porque he pasado una gran parte de mi infancia entre las olas, puede que exista alguna cohesión extraña entre los seres humanos y el mar (o tal vez sólo me pase a mi, pero no quiero pensar eso), quiero decir, que al igual que la luna condiciona las mareas, las mareas nos arrastran entre las rocas.
Hoy, me desperté pensando en la playa de Tarifa, en las olas, en la sal, en el sol, en el surf... en todas esas cosas que ya sólo recuerdo.
En cuanto tenga la oportunidad, me voy a Cadiz a que me engulla el mar y me vomite la espuma.
2 comentarios:
Se de un lugar que te encantar(ia)
^^
A mi me pasa igual. Me encanta irme a la ultima roca del espigon, quitarme los cascos y quedarme ahi las horas, mirando.
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