"… hoy, los cigarros son balas y tu guardas demasiados casquillos. Dejas que las palabras suenen lentas y pesadas, y te aplastan. La luz te molesta en los ojos, así que para que abrir las ventanas. Tu tono pálido empieza a camuflarte bien en las paredes blancas rotas por el amarillento del tabaco. Te sientes un poco menos vivo.
A ratos, te ves solo pero no te importa, a ratos, le das demasiada importancia a estar solo. Te dices a ti mismo que seguramente hay momentos peores, pero no los recuerdas. Puede que sea culpa tuya. No. Es culpa tuya. Es algo definitivo, tu eres el culpable. Miras el móvil esperando encontrar un mensaje, una llamada perdida, publicidad… lo que sea. Algo que vibre entre las ondas de silencio. Pero nada pasa. No cambia nada, nadie está acordándose de ti. El pensamiento fugaz de ser tu quien llame o escriba, es eso, algo fugaz que descartas. Mientras, entre tanta oscuridad y raíces de misantropía, empiezas a recordar y a hacer recuento de cada hora de tu vida a la que tu cerebro tiene acceso. Enhorabuena, has conseguido que tu día deprimente sea ahora un día de mierda. Después de darle vueltas a tu pasado y hacerlo jirones, solo algo que dices rompe la bruma de humo y ausencia. Una frase en tono susurro y ni siquiera es tuya:
"He sido feliz catorce días no consecutivos"
Te sonríe la fortuna. Hay gente que no ha tenido ni eso."
-- No tengo miedo a morir, tengo miedo del mañana. --