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Ellos y nada.

28/10/11



Retrocedí hasta hacerme sombra y fantasma, y me seguí. 
Perseguí mis pasos hasta el principio de los comienzos.
Hasta dar de nuevo al cero.
Contigo las cosas nunca han ido bien.
Con ellos nunca hemos sido tu y yo, sino nosotros.
Conmigo las cosas siempre han ido de mal en peor.
No hay recuerdos en singular.
Pero los plurales se han perdido más allá de donde alcanza la memoria.
Así que no nos queda nada.

Ni a ti ni a mi. Ni al nosotros que es de ellos.
He reescrito las callejas por las que bebimos losa a losa en mi memoria.
Hasta emborracharme de nuevo esas mil veces.
Con cada piedra se me hundían las botellas y los vasos.

No fuimos nosotros, fueron ellos.
Porque la culpa nunca es tuya o mia.
La culpa es del mundo que no supo entender tu cadencia o mi poesía.
Así que no nos queda nada.

No hay buenos augurios ni malos pensamientos.
Ya no habrán caricias por debajo de la ropa.
O catástrofes sobre la cama deshecha.
Fueron ellos.
No nosotros.
Fueron las imágenes de nosotros.
La proyección real de la parte irascible del deseo.
Poseernos fue tan fácil que nos envenenamos de impaciencia.
Me mordiste el corazón y ahora va goteando la felicidad de la que estaba lleno.
Te sonreía balas de paciencia y pretensión.
Hasta herirte en las entrañas y matar las mariposas.
Te pretendía y te pretendo.
Pero no encuentro un cubo en que dejar gotear el pecho.
Así que no nos queda nada.

Ni tiempo ni ganas ni esfuerzo.
Pero no fuimos nosotros.
Fueron ellos.
Lo he visto desde detrás de las ventanas.
Las palabras no eran sólo letras, eran colores y sonidos.
Las frases no las dijimos, las pensamos.
Y no fueron suficientes los mil "lo siento"
Eramos grandes y líquidos.
Incompresibles y gravitacionales.
Plasmáticos. 
Somos expertos en electrocutarnos a base de besos.
Hemos explotado decenas y centenas de sueños propios y ajenos.
Ya… no nos queda nada.

Pero prefiero decir que fueron ellos y no nosotros.
No puedo respirar de miedo.
Somos una suma de no-algo y todo-no.
Es decir nada.
No existimos, no somos, no estamos.
Ya nos hemos ido.
Pero no hemos sido nosotros, han sido ellos.
Los que ya han vivido y roto el sueño.
Y el juguete.
Los que gotean felicidad y se disparan con los labios.

Antes de que no nos quede nada.
He vuelto sobre mis pasos y he descubierto el error.
Nos quisimos demasiado, pero no supimos como o de que manera.
Nos quemamos sin darnos tiempo a evaporarnos.
Consumimos las fuerzas en intentos flacos y hambrientos.
Ya no te quiero, ya no me quieres, ya no nos queremos.
Así que no nos queda nada.

Pero no importa, porque no fuimos nosotros.
Fueron ellos.






-- Las fantasías tienen que ser poco realistas porque en el instante que consigues lo que buscabas, ya no lo quieres, no puedes quererlo. Para que el deseo pueda seguir existiendo necesita que sus objetos estén permanentemente ausentes. No es eso lo que deseas, sino la fantasía de eso. Osea que el deseo obstenta fantasías utópicas. --



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